Las mujeres maltratadas rechazan que los agresores hagan terapia con las víctimas

PAMPLONA.
La Asociación pro Derechos de la Mujer Maltratada (Aprodemm), la única dedicada en exclusiva a las víctimas de la violencia de género en Navarra, rechaza de plano que los agresores puedan sustituir los trabajos en beneficio de la comunidad por la asistencia a talleres de sensibilización en los que entrarán en contacto con víctimas de la violencia doméstica, una inicitiva en la que trabaja Instituciones Penitenciarias.
La población reclusa en el Estado por delitos de violencia de género alcanza ya las 3.600 personas, pero una mayoría de maltratadores, 34.000, no llegan a pisar la cárcel. Y a buena parte de ellos, 19.000, se les sustituye la pena por la realización de trabajos en beneficio de la comunidad. En Navarra, el 55% de las suspensiones de condena, que superan el medio millar en la actualidad, son por delitos de maltrato.
El Ministerio del Interior, del que depende el centro penitenciario de Navarra, busca que las medidas alternativas a la cárcel guarden más relación con el delito cometido, y por tanto, la función rehabilitadora sea más eficaz. El planteamiento es similar al que ya funciona en el caso de los condenados por delitos contra la seguridad vial. En algunas comunidades autónomas, los conductores que han cometido una infracción grave eluden la cárcel si asisten a talleres donde entran en contacto con asociaciones y víctimas de accidentes.
"Los tratamientos para rehabilitar maltratadores son necesarios para que enmienden sus conductas. Hay que tener en cuenta que estos hombres están en la calle y tienen que aprender a convivir con mujeres de forma no violenta, pero entrar en contacto con las víctimas me parece una burrada", explica la presidenta de Aprodemm, Sagrario Mateo. "La mujer maltratada ha sufrido mucho y no quiere saber nada del agresor, es como meter al león en la jaula con su presa", aseveró. "A lo mejor dentro de tres generaciones se puede hacer, pero hoy por hoy no lo considero viable, incluso podría plantear problemas legales si tenemos en cuenta que algunos de ellos tienen orden de alejamiento", insistió.
"Lo que hay que hacer es proteger a las mujeres y ellas mismas deben aprender a protegerse, me parece una provocación ponerles en contacto con maltratadores, éstos que se dediquen a barrer calles o a realizar cualquier otro trabajo para la comunidad", afirmó.
La psicóloga María Rivas, del Servicio Social Penitenciario, sin embargo, sostiene a este respecto que para el maltratador ver cómo sufren las víctimas puede moverles a la reflexión. "No es lo mismo ser el actor que ser el espectador, trabajar con ellas puede ser una forma de empatizar", señaló.
Por otro lado, la presidenta a Aprodemm alertó sobre el aumento de la violencia hacia mujeres jóvenes. Por la asociación han pasado víctimas de hasta 19 años y los jueces han llegado a dictar órdenes de alejamiento contra parejas de menores de edad. "Afortunadamente ahora hablan más entre ellas de la violencia machista e incluso las amigas avisan a estas chicas de que están siendo maltratadas porque si están enamoradas, ellas no lo ven", explica.El tema pendiente para Mateo es el maltrato psicológico. "Las campañas contra la violencia reflejan a la mujer con el ojo morado, pero son engañosas porque obvian que el maltrato psicológico está a la orden del día y hay que prevenirlo".
"SI no tratamos a los agresores de mujeres va a haber más víctimas", advierte la psicóloga María Rivas, del Servicio Social Penitenciario de Navarra. "Los programas de intervención para maltratadores no han sido diseñados para hacerles un favor a ellos sino con el fin de prevenir la violencia contra las mujeres", añade.
La Ley contra la Violencia de Género ha disparado las condena por este tipo de delitos en Navarra y ha puesto sobre la mesa una cuestión polémica: ¿Qué hacer para que no reincidan cuando cumplan su pena?
La rehabilitación de maltratadores puede ser una herramienta más de protección para las víctimas, aunque algunas asociaciones de mujeres cuestionan su eficacia, sobre todo en los programas con reclusos. "Los hacen para conseguir beneficios penitenciarios", señalan desde la Asociación de Mujeres Violadas y Maltratadas. Por ello, reclaman que los recursos destinados a estas terapias sea redirigidos a las víctimas.
La mitad de los hombres que completan una terapia deja de agredir a sus parejas y mantienen su nueva vida al menos hasta un año después del tratamiento. Un 32% de los agresores, sin embargo, rechaza o abandona la terapia, por eso Instituciones Penitenciarias ha elaborado un plan actualizado de intervención que insiste en la estrategia de motivación, cómo hacer que ellos reconozcan su problema y les resulte atractivo un programa para resolverlo. El nuevo texto, recibido esta misma semana en el Servicio Social Penitenciario de Navarra, insiste en la necesidad de actuar también contra la violencia psicológica.
La instancia que realiza estos programas en Navarra: el Servicio Social Penitenciario. Los programas son de dos tipos: uno en régimen ambulatorio, en el que participan penados con suspensión de condena pero obligados por el juez a realizar la terapia, y otro que se lleva a cabo con los reclusos de la cárcel de Pamplona, y aunque en este caso no es obligatorio sí resulta necesario para obtener la libertad condicional.
La característica común de estos hombres es la falta de control de su ira, no saben gobernar su agresividad, un problema que va asociaciado al machismo o a la creencia de posesión sobre la mujer, indican los expertos. "El perfil es muy variado, aunque parece predominar una personalidad narcisista, y el abanico de delitos también: desde el insulto hasta las lesiones a la pareja. Etiquetar a todos como maltratadores es un error. No se puede meter a todos en el mismo saco, en un traje de talla única", señala Rivas.
Existen varias tipologías de agresores en función de las variables que se analizan, aunque básicamente se dan dos grandes grupos: el primero, los llamados violentos en general, con características dominantes, que son violentos con todo el mundo, con independencia afectiva, fuerte descontrol de la impulsividad y problemas añadidos de alcohol y/o drogas. Personas, que ademas, suelen contar con un importante historial delictivo. El segundo es el llamado violentos en el hogar o selectivos, son hombres con características más dependientes, violentos con personas cercanas, tendencia al aislamiento social, celosos, excesivo control emocional y que normalmente no han cometido delitos.
¿Cómo hacer terapia con estos ogros caseros incapaces de controlar su ira? El primer paso consiste en hacer que los agresores sean conscientes de que lo son y asuman su responsabilidad, lo que resulta especialmente complicado en el caso del maltrato psicológico.
Los programas, que suelen durar entre uno y dos años, emplean técnicas que van desde las cognitivo-conductuales, dirigidas a controlar pensamientos distorsionados que les llevan a actuar de forma violenta, pasando por otras en las que se trabaja tanto el área emocional (identificación, expresión y control de las emociones y sentimientos) como el pensamiento machista, con el estudio tanto de sus precedentes familiares como culturales. "Es más fácil que lleguen a tener autocontrol que cambiar algo que forma parte de su bagaje personal, del legado de sus padres y su cultura", explica Rivas.
"Partiendo de un programa estándar, el tratamiento es individualizado, a la carta". El procedimiento tiene tres fases: una primera de evaluación, una segunda terapéutica en la que se realiza un tratamiento individual y posteriormente terapia grupal, y una última fase de seguimiento.
A pesar de que estos tratamientos funcionan desde 2005, la Ley Integral contra la Violencia de Género introdujo que los agresores condenados a penas de cárcel que no entren en prisión acudan a programas de rehabilitación, las administraciones no conocen con exactitud su eficacia por falta de estudios a largo plazo. Según datos, de todos los agresores que han finalizado los programas, casi la mitad lo han hecho con éxito (49%), frente a un 14% de fracaso y un 37% de mejoría. "Se obtienen buenos resultados, aunque éstos son los primeros datos y hay que tomarlos con prudencia hasta ver cómo se instauran los cambios", aclaran. Hay que tener en cuenta, ademas, que quienes realizan el tratamiento en régimen abierto suelen ser agresores en fase precoz y eso significa que son más abordables desde el punto de vista de la recuperación. No obstante, quedan muchos aspectos que mejorar, como la alta tasa de fracaso del programa en prisión (20%) o mejorar la personalización de la terapia, "que al final siempre será una barrera contra el maltrato", concluye Rivas.
Las claves·
Actuación con agresores con medidas penales alternativas.
En 2008 hubo 223 penados con la obligación de realizar el Programa Terapeútico para Agresores en el Ámbito Familiar (PTAF). Lo realizaron 173 personas, el (77,6%).
Resultados del PTAF. 47 de los participantes lograron el alta terapétucia (27%), 115 continuaban el programa, 7 lo habían abandonado, 4 estaban excluidos y había un 6,4% de fracaso terapéutico.