El CGPJ informa

Los asesinos machistas cumplen más de 14 años de cárcel y pagan una media de 212.808 euros de indemnización

Los hombres que matan a sus parejas, o ex parejas, tienen que cumplir una media de 14 años de cárcel y, además, deben hacer frente a una responsabilidad civil que supone como media 212.808 euros, según se desprende de un estudio sobre las 35 sentencias dictadas en el año 2007 por los Tribunales del Jurado y las Audiencias Provinciales, competentes para el enjuiciamiento de asesinatos y homicidios consumados. Esto supone un incremento de 61.000 euros respecto al estudio de las sentencias dictadas en 2006.

El estudio, realizado por el Grupo de Expertos/as en Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), señala también que las 35 sentencias emitidas fueron condenatorias, y que de ellas, 27 (un 77 por ciento), fueron dictadas por los Tribunales del Jurado y 8 (un 23 por ciento) por las Audiencias Provinciales.

De acuerdo con el mismo estudio, se constata que el autor de los homicidios y/o asesinatos es mayoritariamente varón. Así, en el 77 por ciento de los casos analizados -27 de las 35 sentencias- fueron cometidos por hombres, mientras que el 23 por ciento restante, -ocho casos- la agresora fue mujer, sola o en compañía de otra persona, normalmente su nueva pareja sentimental. De ello se desprende, una vez más, que los homicidios y/o asesinatos ejecutados en el ámbito de la pareja o ex pareja son, en lo fundamental, violencia de género. Aunque supone un descenso de veinte puntos, respecto al anterior estudio de 2006.

En la gran mayoría de casos estudiados no constan, prácticamente, denuncias previas a los hechos, sólo se aprecia en 9 de las 35 sentencias estudiadas, lo que supone un 26 por ciento de los casos. En otras nueve sentencias se constata la existencia de agresiones o amenazas anteriores. Sólo 3 sentencias (un 9 por ciento) recogen que se hubieran adoptado medidas cautelares previas.

Del citado estudio, también se desprende que en el 40 por ciento de los crímenes habidos en el ámbito de la pareja o ex pareja (14 casos) existía un vínculo matrimonial, mientras en el 57 por ciento la relación afectiva era de convivencia de hecho (40 por ciento) o de noviazgo (17 por ciento). Aunque este estudio refleja un incremento de 14 puntos en cuanto a la existencia de denuncias previas – y de 8 puntos respecto a la existencia de agresiones y amenazas previas- frente al anterior estudio de 2006, continúa avalando las tesis de que las mujeres no percibieron con anterioridad, en la mayor parte de casos con resultado de muerte, la intensidad del riesgo al que estaban sometidas o que, percibiéndolo, no lo denunciaron. Y, además, pone de relieve que en el 69 por ciento de los casos el domicilio común, el de la víctima o el agresor fue el escenario del crimen.

En cuanto a la nacionalidad del autor, en el 66 por ciento de los casos es español -23 sentencias- y en el resto, un 34 por ciento de los casos -12 sentencias-, es extranjero. Asimismo, en lo que se refiere a las víctimas, el 65 por ciento son españolas. Las que restan, el 35 por ciento, son extranjeras.

Respecto a las circunstancias del agresor machista, el estudio constata, que básicamente, nos encontramos ante un varón, de entre 31 y 45 años, que emplea para matar varios mecanismos, fundamentalmente las armas blancas (cuchillos, navajas…), que representan el 48,1 por ciento de los casos, los traumatismos (golpes), en un 18,5 por ciento y el estrangulamiento con las manos que sucede en el 7,4 por ciento de los casos estudiados, mientras que el arma de fuego supone un 3,7 por ciento. De aquí se despende que aunque el arma blanca sigue siendo el mecanismo más utilizado para matar, se observa un incremento del 100 por cien respecto al estudio anterior en el empleo de traumatismos, que pasa de 9,1 por ciento en 2006 a 18,5 en 2007.

Otra cuestión que se desprende de este estudio, respecto a los mecanismos que causan la muerte, es que existe mayor agresividad en los casos de violencia de género que en los de violencia doméstica. Así, mientras la media de puñaladas, cuando se utilizan armas blancas, es de 12,8 por cada caso de violencia de género, estas disminuyen hasta el 1,75 por caso, en los asuntos de violencia doméstica.

El estudio también evidencia el escaso porcentaje de supuestos en que se aprecia que autor de estos homicidios y asesinatos actúa a consecuencia de una enfermedad o alteración mental o bajo los efectos del alcohol o las drogas. No se ha observado la circunstancia de alteración psíquica como atenuante en ningún caso, aunque sí se ha estimado como eximente incompleta en cinco casos, lo que supone un 14 por ciento de las sentencias estudiadas. Mismo porcentaje se observa respecto al consumo de bebidas alcohólicas o drogas. Con ello, se vuelve a evidenciar lo que ya ponía de manifiesto el anterior estudio, y es la escasa incidencia de la alteración mental o los efectos del alcohol o las drogas en la ejecución de los hechos.

Madrid, 30 de julio de 2009

CONSULTORIO DE FAMILIA
Escrito por: SORAYA LARA DE MÁRMOL, M.A.

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora: ¿Es cierto que una mujer que ha estado sometida a una relación de violencia con su pareja y se divorcia podría volver a tener otra relación igual?

Respuesta de la terapeuta: Afirmar que si sería un riesgo de generalización. Las mujeres resilientes son el mejor ejemplo para indicar que mujeres víctimas de malos tratos han superado el sufrimiento psíquico, síntomas de depresión y ansiedad. Así mismo, ejemplo de recuperación de su autoestima. En estos casos hay que considerar otras variables, como por ejemplo, sintomatologías antes del maltrato, es decir, si sufrieron maltrato infantil o en otra relación. Estaríamos hablando de una vulnerabilidad psicológica que hace a la mujer víctima propiciatoria para que el agresor ejerza sobre ella el maltrato. El agresor reconoce la vulnerabilidad y la ataca. Además, considerar el tiempo de la relación actual y años de malos tratos. Las investigaciones nos dicen que a mayor número de años expuesta a violencia más probabilidad de daño o secuelas psicológicas.

Hemos encontrado mujeres con secuelas psicológicas muy graves, que necesitan asistencia psicológica especializada, quizás, por varios años. Otras requerirán de menor tiempo. Las relaciones con estructuras de funcionamiento violentos tienen pautas relacionales en la cuales danzan la víctima (sumisión), victimario (dominante). Una mujer en su rol de victimización aprende día a día a desarrollar habilidades de afrontamiento para manejar la adversidad y el sufrimiento. Pero, la adversidad no desaparece, sino que se mantiene por años, en consecuencia, los malos tratos aumentan.

La mujer busca ayuda tardíamente. Estamos hablando sobre los diez u once años de malos tratos. Soportar por tanto tiempo la violencia por parte de su pareja provoca en la mujer maltratada un alto grado de tolerancia a los comportamientos violentos, que los acepta y los incorpora a sus experiencias vitales para poder sobrevivir, creando una dependencia emocional (Rodríguez de Armenta).

Encontramos en ella la minimización del dolor psíquico, presenta distorsiones cognitivas como la minimización, negación o disociación, cambia la forma de verse a sí misma, a los demás y al mundo.

Una mujer que presente el síndrome de la mujer maltratada podría quedar atrapada en otra relación si no comprende lo que ocurrió en el pasado, su estilo de adaptación a la violencia, los mecanismos de defensa psicológica que usó como recurso de sobrevivencia emocional.

28 Junio 2009, 11:37 PM
CONSULTORIO DE FAMILIA
Escrito por: SORAYA LARA DE MÁRMOL, M.A.

Sicóloga, Terapeuta familiar
Pregunta de la lectora: Uno de mis hijos está pasando por una situación difícil. A veces siento que voy a desfallecer. No siento fuerzas para seguir adelante. Él sólo cuenta conmigo para mantenerse firme. Mis amistades me dicen que lo deje y que aprenda solo de la vida. ¿Cree que es la mejor opción?

Respuesta de la terapeuta: Como especialista en sistemas familiares pienso que todos los miembros de la familia tienen que apoyarse en el éxito y aprender del fracaso o del dolor. Si usted representa para su hijo una fuente de confianza y seguridad le recomiendo permanezca junto a él en este momento de sufrimiento. No le deje solo con el problema. Escúchele, ayúdelo a reflexionar. Esté cerca emocionalmente sin criticarle y sin decirle lo que tiene que hacer. Su espaldarazo lo hará sentirse seguro.

Cuando hable con él no lo ataque. Estimúlelo a enfrentar los desafíos y hacerse responsable de lo que le pasa y de la solución. Ayúdele a explorar qué errores cree cometió que contribuyeron a la aparición del problema para que no los vuelva a reiterar.

La postura proactiva que usted asuma en este proceso le ayudará a tener otra perspectiva del problema. Además, verá que podrá tomar otra senda para continuar la vida sin ese problema que le agobia. Su participación no precisará que usted le solucione el problema, sino, intentar bajo su consejería, los esfuerzos y herramientas emocionales necesarios para vencer la situación.

La familia o la persona exitosa no es aquella con ausencia de problemas, más bien, es la que sabe encarar la adversidad y sobreponerse a ella. Estas son las personas y familias resilientes.

Este tipo de familia tiene la riqueza de enfrentar las crisis que se presentan en los diferentes estadios de la vida. Están matizadas porque aprenden a tomar decisiones compartidas, a negociar, a hacer intercambios de ideas creativas. Los padres suelen ser coordinadores en esta etapa en que los hijos necesitan de ellos.

Las madres resilientes y bien tratantes tienen una gran empatía con el sufrimiento de los hijos, poseen una gran capacidad para intercambiar, a través de la comunicación, mensajes, afectos, entendimiento y comprensión, de manera que esto favorecerá el acompañamiento.

Cuando usted sienta que va a desfallecer es preferible que tome un receso y se recargue emocionalmente antes de volver a estar con su hijo.